Chagall, Los novios, 1978 |
Llega la novia. Todos, esperándola expectantes. "¿A ver el vestido que eligió????"
Radiante, feliz, en el día más importante de su vida. Ya sea
matrimonio religioso, fiesta laica, en la playa, en secreto, siempre de blanco.
Chagall, Los novios junto a la torre Eiffel, 1927 |
“¿Cómo que no te vas a casar de blanco?”, decían hasta hace poco las más experimentadas cuando alguna osaba quebrar la tradición. “¿De negro? ¡Una novia de negro!”. Y claro, el negro para nosotros es signo de luto, y la susodicha hubiese sugerido que para ella esa boda era su defunción… ¡Y quién se atrevía en ese contexto a casarse de rojo, verde, azul, lo que quisieras…?
Si vas a una tienda especializada
en vestidos de novia, el 95% de ellos son blancos. O marfil o blanco roto… y no
mucho más. Es lo que se espera, lo que se demanda y, por lo tanto, se fabrica.
Pero, la verdad sea dicha, no
siempre la novia ha vestido de blanco. Esto es algo muy reciente.
Picasso, La novia, 1969 |
Si nos vamos muy lejos en el tiempo, las novias de la Antigua Roma llevaban una especie de toga blanca, larga hasta los pies y anudada en la cintura. Llevaba un velo amarillo, para implorar la protección de la diosa Vesta; se le hacía un peinado especial, amarrado con cintas (no permitido en mujeres solteras) y a veces, una coronita (o ramo) de flores también blancas.
Estas costumbres quedaron en el
olvido con la desaparición del Imperio Romano. En la Edad Media no había
vestimenta especial para el día de tu boda. Las mujeres se casaban con el mejor
vestido que tenían, que tampoco eran muchos (uno para el invierno, otro para el
verano y otro para ir a misa los domingos), sea cual fuere su color. Nada de
tener un vestido especial para un único día de tu vida: eso no les entraba en
la cabeza, era hasta pecaminoso.
Rosetti, La novia, 1865 |
El matrimonio era considerado un contrato en el que 2 personas (2 familias) unían su patrimonio. Muchas veces era una cuestión política o de continuación de linajes, y raramente por decisión de los contrayentes o por amor. En estos casos, la vestimenta de la novia tenía que ostentar la riqueza de la familia y, por ende, la dote que aportaba a esa unión. Y entonces, aparecían telas de colores vivos, de ésas que eran caras porque eran difíciles de teñir, terciopelos, pieles, pedrerías…
La primera novia que usó el
blanco, de la que tenemos noticia, fue Felipa de Inglaterra cuando se casó en
1406 con Eric de Pomerania. María Estuardo, reina de Escocia, también lo usó en
1559, cuando se casó con el delfín de Francia, pero porque era el color de su
escudo, o bien, por el luto por la muerte de su padre (en Francia en esa época
se llevaba el blanco como duelo). Pero si recorremos un poco la Historia de la
Pintura, vemos que esto es una excepción.
Van Eyck, El matrimonio Arnolfini, 1434 |
El matrimonio Arnolfini de Jan van Eyck es una de las grandes obras de la Pintura occidental. Es el primer cuadro de la Historia de la Pintura que nos muestra una situación real con personas reales y está lleno de símbolos acerca del matrimonio, la fecundidad, la fidelidad… Sabemos que Arnolfini era un comerciante italiano que llega a los Países Bajos, acompañado de su esposa Giovanna. No son nobles y quieren mostrar su estatus. Ella está evidentemente embarazada, con su mano sobre el vientre; algunos dicen que no, que es por la moda de la época. Va vestida de verde, el color de la esperanza, un color muy caro y muy difícil de teñir. Ella lleva velo blanco, que sólo estaba permitido en mujeres casadas.
Van Eyck nos los presenta en el
momento mismo del contrato matrimonial. Es un casamiento de “mano izquierda”,
es decir, que ella renuncia a la herencia; en este caso, porque Arnolfini era
viudo (fíjate que va de negro) y había hijos con su primera mujer. Y también
hay una pista muy importante: el espejo del fondo. Allí van Eyck muestra lo que
pasa del otro lado de la habitación. Alguien abre la puerta para dejar pasar al
testigo de la boda. Van Eyck coloca al lado del espejo lo siguiente, en latín: “Jan
van Eyck estuvo aquí”, es decir, que el pintor fue el testigo de la promesa de
los 2 futuros esposos. Van Eyck pinta el cuadro como testimonio de ese
contrato: el cuadro es el certificado de matrimonio.
Después, tenemos esta obra de
Brueghel el Viejo (hablamos de los Brueghel aquí), La boda campestre: otro
ambiente, otro testimonio. Aquí, los novios se encuentran bajo un dosel,
presidiendo la mesa del banquete. Son campesinos, no llevan ropa especial, pero
ella lleva ¡un cuellito verde!
Brueghel el V., Boda campestre, 1568 |
Rubens, El matrimonio por poderes de María de Medici y Enrique IV, sg. XVII |
Si seguimos buscando, aparece María de Medici, en el ciclo de pinturas que encargó a Rubens. Su vestido era de seda blanca, pero todo recubierto en oro, tanto que dicen que ni se veía la tela.
Rubens, Helena Fourment vestida de novia, 1630 |
Y así hay varios ejemplos de mujeres nobles que acuden al blanco, al marfil, para ese día tan importante. Pero también, por la misma época, mira a la 2da esposa de Rubens, en el día de su boda.
1923, foto de boda (de nuestro archivo familiar) |
La consolidación del vestido blanco para la novia viene de 1840 y a cuento del casamiento entre Victoria y Alberto de Inglaterra. Las mujeres sin poder adquisitivo o estatus social seguían llevando su mejor vestido, el de los domingos, y generalmente, negro. Era lo más común y corriente (y eso, hasta hace muy poco, hasta aprox. 1950, acompañado de velo blanco); el vestido se seguía usando en la vida diaria.
Winterhalter, Reina Victoria, 1847 |
Pero Victoria fue una trendsetter total. Su vestido era de satén blanco y velo de encaje. Algo inusitado: sólo las mujeres casadas debían cubrirse la cabeza. La intención era, en primer lugar, apoyar a la industria textil inglesa, y luego, presentarse como novia de Cristo, como con un tocado de monja. Causó tanto furor, que ella llevó velo aún luego de su boda, en imágenes oficiales. Ella fue la que instauró la moda del vestido blanco para la novia, el vestido sólo para un día.
Otra novia real que usó el blanco
fue Eugenia de Montijo cuando se casó con Napoleón III. Esta vez ella llevó un
vestido de terciopelo blanco, rarísimo…
Traje de boda tradicional, China |
Pero… no todas las novias del mundo llevan blanco. ¿Has visto alguna vez los vestidos de bodas de las chinas o de las hindúes? ¡Es el reino del color! Oriente es un mundo aparte.
En China, tienes el rojo: el
color de la felicidad y de la buena suerte. Las chicas hindúes también usan el
rojo, pero depende de su estatus social y de la región de donde provienen; lo
que sí todas tienen en común es que llevan el sari. En Japón puedes encontrar
kimonos blancos o rojos. Siempre y cuando la novia quiera seguir la tradición,
pues actualmente lo más corriente es que acudan a los vestidos occidentales, en
blanco.
Algo debe de tener para que
chicas, que no tienen nada que ver con nuestras tradiciones, adopten el blanco
en el vestido de sus sueños.
Fuentes: Ehrman, E. The wedding dress: 300 years of bridal fashion.
London, V&A Museum, 2014
Heller, E. Wie Farben auf Gefühl und Verstand wirken. München, Droemer
V., 2000;
Museo del Traje. Modachrome.
Madrid, Min. de Cultura, 2007
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