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jueves, 17 de marzo de 2016

Muñequitos de madera

El colmo del trampantojo

Mujer con escoba, 1640
(Imagen: Wikipedia)
Hace poco te conté sobre el trampantojo. (Si te lo has perdido pincha aquí.) Seguro que te sorprendiste con el juego ilusión-realidad que nos proponen estos artistas. Pero ellos no se quedaron conformes con el resultado y lo siguieron desarrollando.

El trampantojo tenía un problema: no admite figuras humanas. Por más que nos quieran engañar pintando personas de manera muy realista y precisa, que se escapan del cuadro, el efecto no es el mismo (como en “Escapando de la crítica”, de Borrel del Caso). Sigue siendo un juego irónico y ambiguo, pero sabemos que esa persona está inmóvil y es plana, o sea, es una pintura. ¿Y cómo engañar entonces al espectador? Con el chantourné.

Chantourné designa en general la técnica de tracería, de calado, en madera. Por extensión  así se llaman también las figuras recortadas en madera, que se usaban como decorado en la ópera o en el teatro. En el sg. XVII aparecen de la mano de pintores holandeses y, no se sabe cómo ni por qué, se ponen de moda como decoración de los palacios de Inglaterra y después en USA. Están pintadas al óleo sobre tabla, a escala natural, de manera muy realista, y muestran tanto sirvientes como damas, soldados o nobles señores. Los bordes podían estar biselados, para dar sensación de tridimensionalidad. La parte de atrás solía estar pintada de negro o simplemente se dejaba la madera a la vista. 

(Imagen: Christie's)
Se debían poner cerca de la pared, para que su sombra no se distorsionara y así el efecto fuera más convincente. Ocupaban pasillos y escaleras para sorprender a los invitados; en verano se ponían delante de la chimenea. Puede ser que sirvieran de trampa cuando los palacios quedaban vacíos, para ahuyentar a posibles ladrones. Pero son sólo conjeturas: al parecer su función es sólo decorativa con una cierta intención humorística. A mitad del siglo XIX aparecen como soportes para carteles callejeros.






Gysbrechts, Trampantojo: caballete
con frutas, 1670 (Imagen: Museo Nacional 
de Arte de  Dinamarca)






Gysbrechts, el maestro del trampantojo, también tuvo su chantourné: su caballete. Está pintado sobre una tabla, de manera muy realista, y luego la imagen está recortada a lo largo del contorno. Era pintor de la corte del rey danés Christian V y estaba destinado para su Gabinete de Curiosidades.

Podríamos decir que Gysbrechts inventó el cuadro de formato irregular. Frank Stella no inventó nada nuevo. (Otra vez: nada nuevo bajo el sol.) Los artistas elegimos la forma y tamaño del lienzo y luego pintamos sobre él; en cambio, él pinta su caballete a escala real sobre una tabla y luego la corta a su alrededor, para dar forma definitiva a su obra. La forma del soporte no condiciona lo que pinta, sino que lo pintado determina la forma del cuadro.

Fíjate que aparece de nuevo el cuadro del revés, que ya vimos en el artículo anterior. De hecho, ambas obras están en el Museo Nacional de Dinamarca y están expuestas juntas, con el “Reverso de una pintura” colocado en el suelo, junto al caballete falso.
Si el “Reverso de una pintura” nos planteaba la ficción de la pintura, con el chantourné del caballete falso, con sus pinceles y paleta, nos lleva aún más allá. Nos muestra el reverso de un lienzo y un cuadro en ejecución. ¿Es el mismo cuadro? ¿Son las 2 caras de una misma obra? ¿Qué ha pintado en el lienzo que está en el suelo?
Cerdito comiendo en un plato, 1750 (Imagen:
Victoria & Albert Museum)

Estas mismas preguntas se hacía Magritte, con su obra La condición humana, que analizamos ya en otra oportunidad.



(Si te encuentras por la calle alguno de estos muñecos sosteniendo alguna publicidad, ¡envíame una foto!)


Stella, Hagamatana II, 1967


Fuentes: Dars, C. Images of Deception. Oxford, Phaidon, 1979;
Graham, C. Dummy boards and chimmey boards. Oxford, Shire Publications, 1998







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