El colmo del trampantojo
Mujer con escoba, 1640 (Imagen: Wikipedia) |
El trampantojo tenía un problema:
no admite figuras humanas. Por más que nos quieran engañar pintando personas de
manera muy realista y precisa, que se escapan del cuadro, el efecto no es el
mismo (como en “Escapando de la crítica”, de Borrel del Caso). Sigue siendo un
juego irónico y ambiguo, pero sabemos que esa persona está inmóvil y es plana,
o sea, es una pintura. ¿Y cómo engañar entonces al espectador? Con el chantourné.
Chantourné designa en general la técnica de tracería, de calado, en
madera. Por extensión así se llaman
también las figuras recortadas en madera, que se usaban como decorado en la
ópera o en el teatro. En el sg. XVII aparecen de la mano de pintores holandeses
y, no se sabe cómo ni por qué, se ponen de moda como decoración de los palacios
de Inglaterra y después en USA. Están pintadas al óleo sobre tabla, a escala
natural, de manera muy realista, y muestran tanto sirvientes como damas,
soldados o nobles señores. Los bordes podían estar biselados, para dar
sensación de tridimensionalidad. La parte de atrás solía estar pintada de negro
o simplemente se dejaba la madera a la vista.
(Imagen: Christie's) |
Gysbrechts, Trampantojo: caballete
con frutas, 1670 (Imagen: Museo Nacional
de Arte de Dinamarca)
|
Gysbrechts, el maestro del trampantojo, también tuvo su chantourné: su caballete. Está pintado sobre una tabla, de manera muy realista, y luego la imagen está recortada a lo largo del contorno. Era pintor de la corte del rey danés Christian V y estaba destinado para su Gabinete de Curiosidades.
Podríamos decir que Gysbrechts
inventó el cuadro de formato irregular. Frank Stella no inventó nada nuevo. (Otra vez: nada nuevo bajo el sol.) Los
artistas elegimos la forma y tamaño del lienzo y luego pintamos sobre él; en
cambio, él pinta su caballete a escala real sobre una tabla y luego la corta a
su alrededor, para dar forma definitiva a su obra. La forma del soporte no
condiciona lo que pinta, sino que lo pintado determina la forma del cuadro.
Fíjate que aparece de nuevo el
cuadro del revés, que ya vimos en el artículo anterior. De hecho, ambas obras
están en el Museo Nacional de Dinamarca y están expuestas juntas, con el
“Reverso de una pintura” colocado en el suelo, junto al caballete falso.
Si el “Reverso de una pintura”
nos planteaba la ficción de la pintura, con el chantourné del caballete falso, con sus pinceles y paleta, nos
lleva aún más allá. Nos muestra el reverso de un lienzo y un cuadro en
ejecución. ¿Es el mismo cuadro? ¿Son las 2 caras de una misma obra? ¿Qué ha
pintado en el lienzo que está en el suelo?
Estas mismas preguntas se hacía
Magritte, con su obra La condición humana,
que analizamos ya en otra oportunidad.
(Si te encuentras por la calle
alguno de estos muñecos sosteniendo alguna publicidad, ¡envíame una foto!)
Fuentes: Dars, C.
Images of Deception. Oxford, Phaidon, 1979;
Graham, C. Dummy boards
and chimmey boards. Oxford, Shire Publications, 1998
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