Carta de
Camille Pissarro a su hijo Lucien
Gauguin, Parau Api (Dos mujeres, Tahiti), 1892 |
“París, 23 de noviembre de 1893
Mi querido Lucien:
Gauguin, Te avae no Maria (Mes de María), 1891 |
(…) En este momento, Gauguin tiene una exposición que ha suscitado la
admiración de los hombres de letras, quienes parece que están entusiasmados;
los coleccionistas, en cambio, están desconcertados y perplejos. Ciertos
pintores, me dicen, creen de forma unánime que este arte exótico está demasiado
seducido por los canacos. Solo Degas lo admira; Monet y Renoir lo encuentran
sencillamente malo. Cuando vi a Gauguin, me contó sus teorías acerca del arte y
me aseguró que allí estaba la salvación de los jóvenes: ¡Sumergirse en esas
fuentes lejanas y salvajes! Le repliqué que ese arte no le era propio, que él
era un hombre civilizado y, como tal, debía mostrarnos trabajos con armonía.
Nos despedimos sin habernos convencido. A Gauguin, desde luego, no le falta talento,
¡pero cuánto le cuesta dominarse! Siempre está de pesca en tierra ajena, ¡y
ahora saquea a los salvajes de Oceanía!
Aún no sé cuándo iré a Éragny.
(…) Besos al bebé y a tu mujer.”
Pissarro, C. Cartas,
1883-1903. Madrid, Lamicro, 2013