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jueves, 5 de abril de 2018

Rothko, un gran profesor


No sólo un pintor de rectángulos

Rothko, Nube azul, 1956
No siempre un gran pintor es un buen profesor. Son dos cosas que no tienen nada que ver. Para ser profesor es necesario tener vocación docente, es decir: tener ganas de trasmitir lo que sabes, ponerse en la piel de tus alumnos, tener paciencia con ellos (especialmente cuando tú percibes todo lo que no saben, todo el camino que les falta recorrer y que tú ya hiciste). Esto vale para todas las áreas de la enseñanza, claro. No es exclusivo de la Pintura.













Rothko, Autorretrato, 1936
Hay pintores geniales que, sin embargo, no son buenos profesores: un artista da clases para su sustento, para poder interactuar con gente (el taller es muy, pero muy solitario), pero te saca del ritmo de trabajo, te desconcentra, te saca del mundo de colores y ensoñaciones en las que te has metido… Y das clases de mala gana, con mal humor, no estás con ganas de bajar al nivel de tus alumnos, porque te está esperando el cuadro sin terminar en el caballete, pero lo tienes que hacer porque necesitas el dinero para comer o para comprar pinceles.














Un profesor de Arte que quiere trasmitir lo que sabe, que no se guarda para sí los secretos adquiridos en sus años de experiencia, no es un bicho raro, hay unos cuantos: si te topas con alguno, no lo dejes escapar. A mí me ha pasado, por eso te lo digo.

Rothko, Entrada al metro, 1938
La Historia del Arte está repleta de grandes maestros, a quienes copiamos y veneramos. Los aprendices veían pintar en el taller a Velázquez, a Rubens, a Rembrandt, los ayudaban con los pigmentos… (Qué privilegio, ¿no?) Y así se trasmitían los rudimentos del oficio. Después vinieron las escuelas de Bellas Artes y más tarde, Artes Plásticas en la educación oficial. Seguro que te tocó dibujar algún bodegón cuando ibas a la escuela y seguro que lo pasaste mal, que tenías ganas de estar haciendo otra cosa. Y los profesores tratando de cumplir con la planificación y objetivos, pero sabiendo internamente que las cosas se podrían hacer mejor…

Rothko, Sin título, 1952
Cuando cuento que soy pintora, me dicen muy a menudo que nunca aprendieron a dibujar, que no tienen talento para eso y que lo ven como algo inalcanzable. Claro que ayuda tener talento, aunque no creo que ésta sea la cuestión: es sólo que no te lo han enseñado como corresponde y te ha quedado la idea de que no sirves para esto. A todos los niños les gusta pintar. ¿Qué es lo que se ha perdido en el camino?













Mark Rothko es uno de esos artistas que tuvieron que ganarse la vida enseñando para poder subsistir: dio clases a niños en el Center Academy, del Brooklyn Jewish Center desde 1929 a 1952. Muchos años lidiando con chicos de escuela primaria, ¿no? Cuando se convirtió en artista famoso, daba clases como profesor invitado en varias universidades, pero sin dejar a sus niños. Le gustaba enseñar y dejó huella en sus alumnos.

Rothko, Nº 18, 1948
Más de una vez puso por escrito sus ideas sobre la enseñanza del arte en la escuela. Cuando lees sus notas, te da ganas de haber sido alumno suyo. No enseñaba a dibujar. Dejaba fluir la espontaneidad natural e inocente de los niños, que interactuaran con el color, formas y materiales con total libertad. El dibujo viene después, cuando la relación mano-cerebro ya está sedimentada. Y no hay que insistir en emular a los grandes maestros antiguos, no es el momento: mejor, buscar ejemplos en el arte moderno, más accesible.

Rothko, Nº 13, 1957
El rol del profesor es el de guía: no interfiere en la creación, sólo soluciona problemas. Los niños no deben copiar; deben sacar todo de dentro, de su imaginación. El arte debe ser expresión del alma. Y sólo enseñaba la técnica cuando se presentaban dificultades o había que avanzar un poco más allá. Llevaba a los padres a visitar los museos y hacía exposiciones con las obras de los niños. No eran obras maestras, pero ellos se sentían artistas. Ver colgados sus trabajos los llenaba de orgullo y de confianza en sí mismos. Rothko consideraba que el arte en la escuela contribuía al desarrollo psico-social del alumno: genera en él hábitos y enriquece su visión del medio en que vive (más allá de que se dedicaran profesionalmente al arte).


La base de su método es el respeto por la libertad creativa del niño, por su personalidad y la toma de consciencia de las etapas de su desarrollo como persona.
Rothko, Sin título, 1948


En 1934 escribió un pequeño ensayo, “Nuevos métodos de enseñanza para futuros artistas y amantes del arte”, que apareció en la revista del Brooklyn Jewish Center, a cuento de la exposición que hizo con 150 trabajos de sus alumnitos. Allí expone su visión de cómo debe ser la enseñanza del arte y para qué sirve. Te copio unos fragmentos:















“La función del profesor consiste en estimular y mantener su emoción inicial y sugerirles soluciones que les hagan superar aquellas dificultades que puedan suponerles un obstáculo y, sobre todo, inspirarles siempre confianza en su trabajo, con sumo cuidado de no imponer normas que puedan inducir al estancamiento imaginativo y a la repetición. (…)
Como resultado de este método, cada niño trabaja sobre su propia idea, desarrollando un estilo propio que hace su obra reconocible frente a los demás. De ese modo alcanza simultáneamente destreza y técnica personal para representar sus ideas.(…)
La mayoría de estos niños perderán probablemente su imaginación y su vivacidad cuando maduren. Pero unos cuantos las conservarán. Y es de esperar que, en estos casos, no pierdan la experiencia de los ocho años y que continúen encontrando esa misma belleza. Respecto a los demás, espero que esta experiencia les ayude a revivir el placer artístico que sintieron de niños en las obras de los demás.”

Rothko, Escena de calle, 1937

Mejor no podría estar expresado, ¿no? 

¿Cómo hacer para que la creatividad y la imaginación de nuestros niños no se pierda entre las asignaturas, notas y vaivenes curriculares de nuestras escuelas? ¿Cómo hacer para que disfruten del arte en serio? Tema complicado, debate abierto.

¿Qué opinas? ¿Cómo fue tu experiencia de las clases de arte en el colegio?

Cuéntamelo en la zona de comentarios o por mail.

(Texto: Rothko, Escritos sobre arte (1934-1969). Barcelona, Paidós, 2014; pág. 29 s.)

Fuentes: Baal-Teshuva, J. Mark Rothko. Colonia, Taschen, 2006
Rothko, M. Escritos sobre arte (1934-1969). Barcelona, Paidós, 2014



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