navigation + slideshow

jueves, 19 de octubre de 2017

Un palacio señorial


Salón de baile, Palacio Errázuriz (Imagen: C.del Rosso)

No tenía mucho que hacer y andaba cerca. Nunca había ido. Me lo habían recomendado una y otra vez, pero siempre había otros museos y exposiciones, cosas que hacer, la prisa de la gran ciudad. Por fuera es un palacio que llama muchísimo la atención, señorial, blanco, con rejas de hierro labradas. Había estado varias veces en la cafetería, pero nunca lo había visitado. Así que me dije: “Ahora o nunca” y entré al Museo Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires.


Y sí, es un palacio señorial por dentro y por fuera. Era la hora de las visitas guiadas y la guía me ofreció amablemente que participara en ellas. Me negué, pues quería ir a mi ritmo e ir sorprendiéndome a mí misma habitación tras habitación; después me arrepentí, quizás ella no tenía público, pero sí, había unos cuantos turistas franceses y americanos.

Sorolla, Josefina de Alvear de
Errázuriz, 1905
La casa tiene una larga historia digna de ser contada. Perteneció al matrimonio Errázuriz Alvear. Él, Matías Errázuriz Ortúzar, chileno, era diplomático, embajador en París. Ella, Josefina Alvear, argentina, emparentada con personajes ilustres de la Historia. Y una gran fortuna familiar. Después de su estadía en París, regresaron a Buenos Aires. Necesitaban una casa acorde con su modo de vida y con suficiente lugar para mostrar su colección de arte: decidieron construir este palacio de estilo neoclásico, que inauguraron con una gran fiesta en 1918. 













 El proyecto fue ideado por el arquitecto Sergent, que armó un equipo de decoradores, jardineros y etc., todos franceses. Los materiales y mano de obra, importados de Europa. El resultado es realmente increíble y no extraña para nada que la fortuna de la familia se haya diluído considerablemente con el paso de los años. La casa se convirtió en el centro de la actividad social del Buenos Aires de 1900. Al morir Josefina en 1935, Errázuriz decidió ofrecerla en venta al gobierno argentino, con la condición de que se funde un museo, y regresó a Chile. La magnificencia de los espacios, el detalle de la decoración, las esculturas, los muebles, cerámicas, porcelanas, tapices, una colección impresionante de miniaturas… hay de todo, para todos los gustos. No te decepciona. Hoy se mantiene tal cual era en su época de esplendor, gracias a una cuidada restauración.

Hnos. Cuyp, Familia holandesa con vista de Rhenen, sg. XVII


Lo que más me interesaba era ver qué tipo de pinturas les gustaba comprar. En la antecámara te reciben 2 tremendos retratos pintados por Sorolla: el de la madre de Matías y el de Josefina. Son enormes y no se pueden ver bien, pues están colgados muy arriba, como se hacía en aquella época. Me hubiese gustado poder ver de cerca cómo pintó los rostros, me contenté con admirar cómo hizo los encajes y el terciopelo rojo. 

El Greco, Jesús con la Cruz a cuestas,
sg.XVI
Seguí hasta el gran hall, enorme, imponente, en estilo renacentista, con doble altura, para poder colgar los tapices de la colección. Allí tienes la joya de la casa: El Greco, Cristo llevando la Cruz a cuestas. Otros, también muy interesantes, de los talleres de Cranach y Sánchez Coelho. Me cohibió un poco semejante salón; seguí al salón de baile, lleno de espejos, en estilo Regencia, y al salón de Madame. ¡Preciosos! Allí puedes ver vedute venecianas de Marieschi, un Fragonard, y porcelanas y muebles exquisitos. Seguí hasta el comedor, donde podían sentarse hasta 24 personas. Los cuadros no me llamaron la atención, están demasiados oscuros, o quizás le falte iluminación.










Fragonard, El sacrificio de la rosa, sg. XVIII
Subí a la primera planta por la escalera de mármol, donde se encuentran las habitaciones privadas. El ascensor fue uno de los primeros que existió en la ciudad, está en uso sólo para discapacitados o personal del museo. Pude ver el vestidor de Errázuriz, su dormitorio tapizado en rojo, ¡y su baño! Luego, la sala Sert, en estilo art déco (estaba de moda en ese momento) y llamada así porque fue diseñada por el arquitecto y pintor catalán. Allí se encuentran 4 cuadros de su mano, con el tema de la Comedia Humana. Ya en su dormitorio, podemos ver un Naufragio, de Vernet y una Náyade de Le Brun.








La familia se reunía en una sala de estar: allí encontramos hoy una magnífica muestra de retratos miniaturas, provenientes de la colección Zubov y la del marqués Asinari di Bermezzo, adquiridas posteriormente. Allí me quedé mirando un retrato doble de Cuyp y el de Tatiana Zubov, pintado por Geraldy.

Corot, Vista de Castel Sant'Angelo, sg. XIX


Las habitaciones están conectadas internamente por pasillos angostos, pero también por una galería que da al Gran Hall de la planta baja. En ella se pueden ver más tapices, un Carreño Miranda y un Monvoisin. No los pude apreciar mucho, la iluminación es muy pobre: supongo que será para no dañar los tapices.

Manet, Retrato del abate Hurel, sg.XIX
Me dio pena: no pude ver los dormitorios de la señora ni el escritorio del dueño de la casa, pues están en proceso de restauración. Me contaron que allí se pueden ver un Manet, un Toulouse-Lautrec, un Corot y un magnífico retrato de Errázuriz. Tampoco se podía ir a ver el jardín.

Me quedé con ganas de más. Fue un paréntesis en el caos de la ciudad, un viaje a una época de esplendor. Me quedé a almorzar en la cafetería y, mientras esperaba a que me atendieran (¡por qué tardarán tanto, digo yo!), me imaginaba a los señores en su casa, recibiendo visitas, organizando fiestas y bailes… y rodeados de tan buen arte.








Para visitar la web del Museo, pincha aquí.

Anónimo, Rapto de Oritias por Boreas, sg. XVII


1 comentario :

  1. Recuerdo en una visita durante mi etapa escolar, que la guía nos comentó que la Familia llegó a un estado de pobreza que tuvo que quemar sus muebles para calefaccionar las habitaciones. Será cierto? O es un mito urbano? Gracias por la recorrida!!!

    ResponderEliminar