al Guggenheim Bilbao
(Imagen: C.del Rosso) |
Hacía tiempo que no iba al Guggenheim
y me tentó la exposición sobre Expresionismo Abstracto. Nunca te conté nada sobre este museo y me pareció una buena oportunidad para mostrártelo y variar un poco el itinerario.
De Kooning, Villa Borghese, 1960 (Imagen: Guugenheim Bilbao) |
Propuse la excursión a 2 amigas y
ahí nos embarcamos en el coche de “mi amiga fiel” junto con “mi amiga
encantadora” y yo. (Aclaro: los alias son una ocurrencia de ellas.) Un sol
espectacular al salir, pero al llegar, (¡oh, el clima de Bilbao!) todo gris,
nublado y frío. Esto es el norte, qué se le va a hacer. “Mi amiga fiel” ya había visto la exposición y, como tenía que hacer algunos recados en la ciudad, nos dejó en
la puerta del museo y siguió con sus cosas. ¡La echamos mucho de menos!
(Imagen: C.del Rosso) |
Ir al Guggenheim es toda una
experiencia. El edificio por sí solo vale la visita, es una maravilla de la
arquitectura, cálculo y tecnología. Es un concepto distinto de museo en el que
las salas son islas unidas por pasarelas y, en el recorrido, el diálogo
exterior-interior es constante: de repente ves a través de las ventanas el río
Nervión allí abajo o los tulipanes de Koons y su Puppy ahí afuera... Pero,
claro, te tiene que gustar el arte contemporáneo: es lo que vas a encontrar en
sus salas.
Kandinsky, Horizontal dividida, 1935 (Imagen: Guggenheim Bilbao) |
Allí estaba con “mi amiga
encantadora” y decidimos ver primero la exposición de la colección Rupf, un
matrimonio suizo, que atesoraba obras a comienzos del sg. XX de Kandinsky,
Klee, Macke, Braque, Picasso, Gris, Léger… Eran amigos de Kahnweiler, el
marchante de los cubistas, y éste los asesoraba en sus compras. Muy
interesante. Me dio la impresión de que las salas estaban poco iluminadas (¿o
sería que el cielo gris de Bilbao me acompañó hasta adentro del Museo?).
En la misma planta, la Colección
Permanente. Allí te encuentras con Klein, Rosenquist, Rauschenberg, Warhol,
Tàpies, Motherwell… Yo no tengo mucha conexión con este tipo de arte, pero
siempre vale la pena volver a ver estas obras.
Basquiat, El hombre de Nápoles, 1982 (Imagen: Guggenheim Bilbao) |
Me quedé un rato viendo el
Basquiat, divertido: un grafiti en lienzo.
Motherwell, Estudio fenicio en rojo, 1977 (Imagen: Guggenheim Bilbao) |
Como era de esperar, acapararon
nuestra atención Still, Rothko, Kiefer y Richter. Muy diferentes entre sí, pero
potentes, muy potentes. Still, con sus campos de color, que te deja dudando
sobre cuál es el fondo y cuál es la figura; Rothko, con sus rectángulos flotantes que te
llaman quién sabe por qué…
Kiefer, Las célebres órdenes de la noche, 1997 (Imagen: Guggenheim Bilbao) |
¡Kiefer! Imposible explicártelo: las imágenes no
pueden reproducir las texturas con las que trabaja: placas de cobre, costuras,
alambres, plomo… Y Richter, con su hiperrealismo desenfocado (¿o Romanticismo?):
te descoloca y te atrae a la vez… un genio.
Still, PH-950, s.f. (Imagen: Royal Academy of Arts) |
¡Uy, se nos había ido el tiempo
volando! Quería encontrarme con los amigos de La Casa Artica, imposible. “Mi
amiga fiel” nos pasaba a buscar en 2 horas y todavía no habíamos visto la expo
sobre Expresionismo Abstracto. (Alguna vez debería contarte algo más sobre
esto, ¿no?) Estuvo hace unos meses en la Royal Academy de Londres y llega a
Bilbao para quedarse hasta junio. Da un panorama bastante amplio de esta
escuela, pues presenta no sólo a los artistas de Nueva York, sino también a los californianos.
Newman, Perfil de luz, 1967 (Imagen: Royal Academy of Arts) |
Son 130 obras, organizadas en las salas por artistas y según
sean “Campos de color” (Color Field Painting), como Newman, Still o Rothko, o
bien, “Pintura de acción” (Action Painting), como Pollock o De Kooning. Esto da
una visión bastante coherente de un movimiento que de por sí era poco
homogéneo.
Kline, Vawdavitch, 1955 (Imagen: Royal Academy of Arts) |
Te encuentras con colores fuertes, altisonantes, y mucho negro. Ese negro que los impresionistas detestaban porque no existe en la naturaleza, pero que los fovistas y los expresionistas rescataron para usarlo de manera emocional, como un color más. Rayas, formas rasgadas, el espacio rectangular del lienzo dividido en zonas de color. O tonos neutros, pero espesos, con mucha textura, chorreaduras o brochazos en el que te imaginas la brocha llena de pintura dirigida por la mano segura e intrépida del artista.
Bueno, ya me dirás que cómo me
puede gustar esto… Como ocurre a veces en esta vida, hay cosas que hay que
entender primero para que lo sepamos apreciar. Es algo que se logra de a poco,
no de buenas a primeras. Pero aun así es cuestión de gustos, de si te emociona,
si te llega... (El problema es que en este tipo de arte la línea entre el buen
arte y el malo es muy, pero muy delgada: mira este artículo anterior pinchando aquí.)
Pollock, Mural,1943 (Imagen: Guggenheim Bilbao) |
Rothko, Amarillo, negro, naranja sobre amarillo, 1953 (Imagen: Royal Academy of Arts) |
Nos quedamos viendo un rato los
videos explicativos (y de paso, descansar un ratito). ¡Qué mujer increíble
Peggy Guggenheim! Ella fue la que promovió a todos estos artistas y marcó, sin
duda, el recorrido de la Historia de la Pintura hasta la actualidad.
“Mi amiga fiel” terminó con sus
asuntos y pasó a recogernos. ¡Estábamos muertas de cansancio! Nos llevamos a
casa todos esos colores; tantos colores que ni nos acordamos del cielo gris de
Bilbao…
Guggenheim Bilbao
Colección Rupf, hasta el 23 de
abril
Expresionismo abstracto, hasta el
4 de junio
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