Matisse, Interior con violín, 1917 |
¿Cuál es la peor desgracia para
los pintores? Perder la visión, sin duda.
Un músico sordo puede leer la
partitura e imaginarse la melodía; un pintor no puede pintar sin ver. Los
colores no son táctiles, no tienen sabor ni perfume.
Muchos artistas sufrieron
enfermedades en sus ojos, pero el verdadero calvario es saber que no se podrá
pintar nunca más. Matisse intentó aprender a tocar el violín como plan B ante
una eventual pérdida de visión. Por suerte, eso no sucedió y pudo pintar hasta el final de sus días, claro, con gafas.
Modigliani, Figura de mujer, sg. XX |
La cosa cambió un poco en el siglo XIX, cuando la oftalmología logró muchísimos avances y fue posible calibrar mejor los cristales de las gafas o hacer operaciones menos cruentas y más precisas. También es cierto que no tenemos muchos datos clínicos de artistas anteriores a ese siglo y los que se han trasmitido son poco confiables.
Chardin, Autorretrato con visera, 1775 |
Los artistas se las arreglaban
como podían. Algunos dejaron de pintar, otros se sometieron a operaciones para
mejorar en parte esas limitaciones, otros dejaron constancia de su padecer en
sus autorretratos.
El más documentado y famoso es,
sin duda, Monet. No sólo porque se quejaba constantemente de su falta de visión
en sus cartas, sino porque todavía se puede consultar su historia clínica.
Monet comenzó a ver los colores más amarillentos hacia 1908. En 1912, con 72
años, le diagnosticaron cataratas y le recomendaron operarse, pero no quiso
saber nada con esto. Estaba trabajando en su gran obra de los Nenúfares; pintaba a toda
velocidad, porque tenía miedo de quedarse ciego. Su amiga Mary Cassatt había
tenido lo mismo: se las habían operado, pero con muy malos resultados. Intentó
mejorar la situación con radium (recién descubierto por Mme. Curie) pero fue a peor
y finalmente dejó de pintar en 1915.
Monet, Nenúfares azules, 1916 |
Con este ejemplo cercano, Monet se negaba
a operarse hasta que Clemenceau lo convenció: lo intervinieron en 1922, con 82
años. El postoperatorio fue complicado, ¡tanto para
el artista como para los médicos! Era un enfermo muy quejoso, no cumplía con el
reposo recomendado y se sacaba las vendas de los ojos. Estaba ansioso por ver
bien y se desesperaba por la lentitud de la recuperación. Decía que veía el
amarillo y el azul demasiado vibrantes. Le hicieron probar gafas con cristales
de distintos colores para mitigar este efecto, hasta que al fin la casa Zeiss
logró dar con el cristal correcto. En su caso, la historia tuvo final feliz:
volvió a ver mejor que antes. Decía que era una verdadera resurrección: él,
que había rechazado una y otra vez la operación, ¡ahora se la recomendaba a todos!
Degas, En la sombrerería, 1905-10 |
Degas se fue quedando ciego por
causas hereditarias. La luz le hacía daño y por eso no pintaba al aire libre.
Dejó el óleo por el pastel y el dibujo y, cuando casi ya no veía, se dedicó a
la escultura y a experimentar con la fotografía. Zoé, su criada, le leía los
libros y los diarios. En sus cartas habla constantemente a sus amigos sobre el
tema, pues le cuesta mucho escribirles: debe leer y releer con una lupa el texto y corregirlo
una y otra vez. Le da rabia, angustia, y casi no sale de su casa. Algunos lo
describen vagando sin sentido por la calle. Lo examinaron grandes
especialistas, pero no queda su historia clínica. Por los síntomas, se cree que
tenía algún problema en la retina.
Pissarro, Autorretrato, 1898 |
Los ojos de Pissarro lagrimeaban
constantemente, hasta que un día se le produjo una tremenda infección. El
médico le ordenó reposo y no salir, pero ¡Pissarro pintaba al aire libre! Le hicieron curaciones durante 15 años, sin
mucho resultado. Él se las arreglaba pintando los paisajes que veía desde una
ventana. En uno de sus autorretratos se lo puede ver con gafas y los ojos
enrojecidos.
Renoir, Muchacha apoyada sobre su codo, 1918 |
Miopes hubo muchos: Matisse,
Renoir, Reynolds, Cézanne, Toulouse-Lautrec… Renoir se resistía a usar gafas.
Cuando las probó dijo: “Mi Dios, ¡veo como Bouguereau!” (el enemigo de los
impresionistas, el representante de la pintura realista y académica). Las gafas
le hacían ver de manera demasiado nítida: las usaba sólo de vez en cuando. Sus
cuadros tienen los contornos difuminados, con colores suaves. Y la
predominancia del rojo también tiene que ver con esta limitación visual.
Cézanne se negaba a ponerse las
gafas, “esas cosas ahí delante”. Se quejaba de que los planos se superponían; para él era una paradoja que su éxito se debiera a una deficiencia de sus
ojos.
Munch, Autorretrato durante enfermedad ocular, 1930 |
Munch veía manchas negras, aparentemente
por un coágulo de una hemorragia de la que no se sabe la causa. Se le volvió
una obsesión: las pintó en sus cuadros como un anillo, como un pájaro, hasta
que el coágulo se disolvió y dejó de verlo (y desapareció de sus obras).
Tiziano, Coronación de espinas, 1572 |
Otro ciego famoso es Piero della
Francesca: nos lo cuenta Vasari, pero no tenemos otro dato más que el que él nos menciona… Tiziano, con la edad, también perdió mucha visión: sólo basta comparar
las 2 versiones de su Coronación de Espinas.
¿Influye una deficiencia visual
en el estilo de un artista? No necesariamente. Puede que sí, puede que no. Puede
influir en la elección de los colores, en la mayor definición o no de los
contornos, en las proporciones. En casos de artistas que trabajaban con
ayudantes no podemos saber hasta qué punto éstos corrigieron los errores de sus
patrones.
El Greco, Entierro del Conde de Orgaz, 1586 |
Algunos deforman las figuras intencionalmente, como Modigliani, del que sabemos que no sufría ninguna enfermedad en sus ojos. Se dice, por ejemplo, que El Greco alargaba sus figuras porque las veía así, pero si analizamos sus obras, es un recurso que no usa todas las veces, o sea, no es un problema de visión.
Guercino, Autorretrato pintando Amor Fedele, 1600 |
Giovanni Francesco Barbieri era llamado “il Guercino” (“el bizco”) por
su estrabismo; sin embargo, esto no se vislumbra en sus obras.
“A veces me siento temblar por el
horror. Esta enfermedad de la vista me ha golpeado duro. Mi ojo derecho está
dañado definitivamente.”[1] Son las
palabras de un Degas desesperado.
Fuentes: Guérin, M. Degas Letters. Oxford, Bruno Cassirer,
1947
López Mato, O. Males de artistas. Bs.As., Gamacolor,
2011
Monet, C. Los años de Giverny, Madrid, Turner,
2010
Welsch,N.-Liebmann,
C.Chr. Farben. München, Elsevier V.,
2004
[1] Carta a
Tissot, 1873?
No hay comentarios :
Publicar un comentario