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jueves, 4 de febrero de 2016

Un ojo en el techo

Mantegna, Óculo de la Cámara de los esposos, 1471

Suena extraño, pero sí, es así. Hoy hablamos del óculo, (de “oculus”> “ojo”, en latín) que en el lenguaje de la arquitectura denomina a una abertura circular en el techo. (Por extensión, también se llama así a cualquier ventana con esa forma.) 

Pannini, Interior del Panteón, 1691
El origen está en el Panteón de Agripa, en Roma (125 d.C.). Vuelve a aparecer en el Renacimiento, cuando los arquitectos consiguen finalmente construir cúpulas estables. Se extiende su uso en el Barroco y más adelante, a la arquitectura de inspiración neoclasicista.

Éste es un blog sobre pintura, ¿a qué viene todo esto?









Correggio, Convento de San Juan Evangelista,
1523
La bóveda de una cúpula obliga a los artistas a pintar en un espacio circular y a muchísima altura. Esto supone crear figuras que a ras del suelo parezcan convincentes, o sea, en escorzos propios de la “perspectiva de rana” (o sea, con una línea de horizonte muy baja) o, como la llamaban los renacentistas, di sotto in su, de abajo hacia arriba. El problema fundamental es que los artistas, al diseñar su obra, tienen que tener en cuenta el óculo, o sea, el agujero central, y que además sea una composición simétrica, para que sea armónica con el formato circular.








Para el espectador, el punto de fuga es el centro del óculo. Si visitas alguna iglesia o monumento con este tipo de arquitectura, haz este ejercicio: ponte justo debajo del centro de la cúpula y contempla los frescos. ¡Imagínate al pintor trabajando ahí arriba! Te propongo estos ejemplos:

Vasari-Zuccari, El Juicio Final, Santa Maria del Fiore,
1579 (Imagen: Wikipedia)


Santa Maria del Fiore en Florencia, diseñada y pintada por Vasari y terminada por Zuccari (1579). Es inmensa: la superficie pintada abarca unos 3600 m2; no con base circular sino octogonal (símbolo de la Resurrección) y con anillos concéntricos que le dan un dinamismo impresionante a la composición.







Goya, Reina de los Mártires, Basílica del Pilar, 1781
En la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en Zaragoza, el fresco "Reina de los Mártires" de Goya (1781): una obra que le trajo un montón de disgustos, una pelea con su cuñado, su mentor, y la cancelación del encargo para el resto de los frescos. La razón: lo pintó con pinceladas abocetadas, apartándose del estilo del que había realizado en 1772 (“La adoración del nombre de Dios”).
  



Goya, Milagros de San Antonio,
Ernuta de Sn.Antonio de la Florida,
1798



Y la ermita de San Antonio de la Florida (1798), en Madrid, también de Goya, con los milagros de San Antonio. Acomoda a los paisanos de Madrid alrededor de la circunferencia, con una barandilla. Para contrarrestar la figura de San Antonio y que no pierda importancia en la composición, le contrapone un árbol y montes.






Hay otro tipo de óculos más interesantes que éstos: los falsos. Dan ilusión de un más allá del techo, dan ilusión de abertura, pero no hay cielo, no hay agujero. Es un tipo de pintura (o perspectiva)  “ilusionista”. Pueden presentarse en techos planos o simplemente, en bóvedas de cúpulas.

Mantegna, Cámara de los
esposos 
El óculo más maravilloso es el de Mantegna, en la "Cámara de los esposos" (1471) en el Palacio Ducal de Mantua. Es un trocito de cielo, con una barandilla falsa (el “San Antonio” de Goya tiene como antecedente a esta obra). Vemos angelitos y otros personajes en distintas posiciones y mirando hacia abajo. La maceta, apoyada sobre un bastón, refuerza la sensación de levedad. El pavo real simboliza la fidelidad. Es el ejemplo perfecto de una perspectiva di sotto in su y el primer ejemplo de pintura ilusionista de la Historia.


Correggio, La Asunción de la Virgen,
Catedral de Parma, 1530



Otros ejemplos notables: La catedral de Parma (1530) y el convento de San Juan Evangelista (1523), los dos en Parma y de la mano de Correggio.  El fresco de la Catedral trata sobre la Asunción de la Virgen, el centro de la composición está vacío y tenemos un Cristo descendiendo a buscar a su Madre. La planta es octogonal y rodean a la Virgen ángeles, santos, en anillos concéntricos (como en Santa María del Fiore). En San Juan Evangelista predomina en el centro la figura del Cristo del Apocalipsis.









Por supuesto, hay miles de ejemplos, tanto en edificios civiles como religiosos: la cúpula de Los Inválidos, París (La Fosse, 1673),  la Capilla de la Virgen en la iglesia de San Sulpicio, París (Lemoine, 1732), o “La Apoteosis de G. Washington”, en el Capitolio de Washington (Brumidi, 1862).

Brumidi, Apoteosis de G. Washington, Capitolio, 1862

Fuentes: Varios. Oxford History of Art, New York, Oxford University Press, 1998-2003;
Honour, H.-Fleming, J. Weltgeschichte der Kunst, Munich, 1983;
Varios. Propyläen Kunst Geschichte, Berlin, Propyläen V., 1990;
notas personales

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