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jueves, 10 de septiembre de 2015

Tarde pero seguro

"Fuego blanco" en el Museo Reina Sofía de Madrid


Kline, Andes, 1957

Sí, tarde pero seguro. La muestra "Fuego blanco" del Museo Reina Sofía comenzó en marzo y termina el lunes que viene: recién esta semana pude hacerme tiempo para ir a verla.

Ya saben cómo disfruto de los museos de arte: ésta no podía perdérmela. Se trata de una ocasión única: pertenecen a la colección moderna del Kunstmuseum Basel y, como lo están ampliándolo, prestaron estas obras al Reina Sofía.



Klee, Senecio, 1922
Tenía mucho interés en encontrarme cara a cara con Klee. Las reproducciones no le hacen justicia: juega con las texturas de los fondos y soporte, algo que la fotografía no puede trasmitir. Mi favorito: Senecio. Es un cuadro pequeñito, de apenas 40 x 38 cm, en el que Klee juega con el contraste del tema (volverse viejo) y con una manera "infantil" de representación. ¡En ese momento Klee tenía 23 años! Él lo consideraba su autorretrato. ¿Miraría el mundo con esos ojos tan abiertos? ¿O con esa armonía de colores nos muestran los ojos del alma?




Otro para la lista es Noche azul, un cuadro que mis alumnos han copiado mucho como ejercicio de color. De nuevo comprobé cuánto se pierde en las fotografías. Deja sin trabajar la tela, que en este caso es un yute rústico; pero las zonas de color están pintadas con mucha materia, de tal manera que no se percibe la rugosidad de la tela.

Klee, Noche azul, 1937 (Imagen:Kunstmuseum Basel)

Seguí con Albers y sus experimentos de color y luego, con Mondrian. Pude comprobar de primera mano lo que citan siempre los libros: que sus blancos se están resquebrajando. A Warhol ya lo vi en otras oportunidades, no es un artista que me llame la atención. Son serigrafías, algo puramente mecánico. Pero tengo que reconocer que, viéndolo junto a los Jasper Johns, cobró para mí un poco más de sentido: comparten el espíritu de una misma época.

Capturó mi atención Kirchner, con uno de sus últimos cuadros desde su exilio en Davos, con la fuerza explosiva de color y Andes, de Kline (quizás porque durante mucho tiempo en mi vida tuve frente a mis ojos esa cordillera...) 

Rothko, Nº 1, 1964
(Imagen: Kusntmuseum
Basel)
¿Con cuál me quedo? Qué difícil. Fui a ver los Klee, no me decepcionaron. A Kirchner ya lo conocía. Pero ante el Rothko uno no puede pasar de largo. Es inmenso, con dos campos rectangulares negras, en distintos valores y texturas. No sé qué tiene: Rothko siempre te deja algo. En éste, tan negro, es como si todas las propiedades significativas del negro se condensaran para proyectarse en ti (y absorberte en su oscuridad)







Y comentario aparte:
Schlemmer, 5 figuras en un espacio
 (Romano), 1925 (Imagen:
Kunstmuseum Basel)
Cuando visito un museo de arte, me gusta ver la reacción del público frente a las obras. Había americanos, chinos, sudamericanos, franceses, italianos y algunos rusos; por supuesto, muchos españoles. Me causó gracia ver a una pareja de franceses tratando de ver dónde está la cabeza en La mujer en azul, de Léger. Hasta le vieron un "moustache". 
En otra sala me tocó presenciar una mini "masterclass" de un matrimonio mayor americano, ante Cinco figuras en un espacio. Romano, de O. Schlemmer. Los chinos, siempre muy respetuosos.





Léger, Mujer en azul, 1912
(Imagen: Kunstmuseum
Basel)
Inevitable hacer comparaciones con el público de habla hispana en general. No abundaré en ejemplos para no herir a nadie. (Salvo la honrosa excepción de dos centroamericanos  y un español, que evidentemente eran colegas: la excepción hace la regla.) Me quedé pensando en lo mucho que nos falta para alcanzar a franceses, italianos, alemanes, en cuestiones de educación en el arte, de saber mirar, de conocer arte para crecer como personas...
Quizás haya tenido mala suerte esta vez con la gente con la que me tocó compartir esta visita, ¿no?

Kirchner, Davos con nieve, 1923 (Imagen: Wipedia)


2 comentarios :

  1. Muy interesante tu blog y tu mirada sobre Senecio de Klee. A Kirchner lo tengo bien presente y decididamente no me gustan sus obras.

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  2. Entiendo que no te guste Kirchner. El tono de sus obras es bastante siniestro. Hay que verlo en el contexto del Arte Degenerado de los nazis y el clima de pre-guerra, así se entiende un poco mejor. Pero este cuadro en particular fascina por su color; sorprende porque en realidad se supone que es un paisaje de nieve!

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