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jueves, 26 de abril de 2018

Una tormenta y dos almas enamoradas

Poussin, Paisaje tormentoso con Píramo y Tisbe





¡Qué difícil es pintar la lluvia, el viento, los rayos! ¿Cómo lo haces? Sólo se pueden pintar sus efectos: árboles doblados, nubes oscuras, calles mojadas, reflejos, paraguas, luces fulminantes de los rayos… Poussin, como tantos otros pintores, aceptó el desafío y pintó este cuadro.

Pero no se quedó sólo con el paisaje. 

jueves, 19 de abril de 2018

De paseo por Dresde


Gemäldegalerie Alte Meister

(Imagen: C. del Rosso)

Cuando llegas a Dresde te extraña ver tantos edificios negros, con hollín. Es el recuerdo de los tremendos bombardeos que sufrió la ciudad en la 2da Guerra Mundial. 
Los edificios históricos fueron reconstruidos con esas mismas piedras oscuras, una a una, en recuerdo de un pasado que no se quiere olvidar.

(Imagen: L.V.)

Estábamos allí de vacaciones.
El plan era ir a un festival de música, al aire libre, a orillas del Elba. Una experiencia única (salvo que terminamos con paraguas y empapados de arriba abajo). 

jueves, 12 de abril de 2018

Tiempo de togas y peplos


¿Qué es el Neoclasicismo?

Kauffmann, Ariadna abandonada por Teseo, 

Togas, soldados romanos, ninfas, peplos, todos ellos acapararon las pinturas del siglo XVIII. Hoy nos parecen insufribles, demasiado artificiales o con una actitud soberbia, impostada. No sé tú, pero, en mi caso, me los encuentro en algún museo, me digo: “ah, sí”, y sigo de largo. Por supuesto, sin dejar de reconocer el talento de esos artistas y con un vago sentimiento de culpa por no prestarles la debida atención. Como pasa siempre en esto del arte, para apreciar las obras hay que entender el contexto en el que surgieron.

Allá vamos:

jueves, 5 de abril de 2018

Rothko, un gran profesor


No sólo un pintor de rectángulos

Rothko, Nube azul, 1956
No siempre un gran pintor es un buen profesor. Son dos cosas que no tienen nada que ver. Para ser profesor es necesario tener vocación docente, es decir: tener ganas de trasmitir lo que sabes, ponerse en la piel de tus alumnos, tener paciencia con ellos (especialmente cuando tú percibes todo lo que no saben, todo el camino que les falta recorrer y que tú ya hiciste). Esto vale para todas las áreas de la enseñanza, claro. No es exclusivo de la Pintura.













Rothko, Autorretrato, 1936
Hay pintores geniales que, sin embargo, no son buenos profesores: un artista da clases para su sustento, para poder interactuar con gente (el taller es muy, pero muy solitario), pero te saca del ritmo de trabajo, te desconcentra, te saca del mundo de colores y ensoñaciones en las que te has metido… Y das clases de mala gana, con mal humor, no estás con ganas de bajar al nivel de tus alumnos, porque te está esperando el cuadro sin terminar en el caballete, pero lo tienes que hacer porque necesitas el dinero para comer o para comprar pinceles.